Cuando aún no salía el sol, allí en la mitad del bosque estaba el verde y frondoso árbol. La suave brisa de la madrugada lo arrullaba. De repente sintió cosquillas en su tronco, abrió los ojos y escuchó:
− ¡Shhhh!, que despertamos al señor árbol − dijo una de las mariposas que andaban revoloteando a su alrededor.
− ¿Qué las tiene tan inquietas? − preguntó el árbol con una sonrisa y en voz baja para no despertar a los polluelos de azulejo que anidaban entre sus ramas.
− Disculpe, señor árbol, es que queremos...
Crash, crash, crash... Antes de que terminaran oyeron un ruido. Todos quedaron callados y temerosos, las ramas crujían, la brisa se convirtió en un viento fuerte... ¡Algo se movía! El verde de las ramas cambió a gris y ¡plaff!, cayó rodando en frente de todos Migue el elefante.
− Lo siento, venía corriendo para inscribirme en la competencia, tropecé y caí dando vueltas.
−¡Llegaste tarde, nosotras somos las primeras! − le respondieron las mariposas.
− ¡Recuerden, niñas, que acá no importa quién llegue primero; todos pueden participar!
− Interrumpió el árbol.
Más tarde aparecieron Nico el mico y otros animales y el señor árbol les explicó:
− En esta prueba deben usar la fuerza y el amor que hay en sus corazones para construir la mejor casa del bosque.
Entonces empezaron. Las mariposas tenían una buena idea y diseñaron los planos de una bella casa, pero les faltaba fuerza para cargar los materiales. Migue buscaba madera, pero no veía muy bien y tropezaba con todo. Las cosas tampoco iban bien para Nico; empezó muy entusiasmado, pero se distrajo recogiendo bananas.
Pasaban las horas y ninguno había comenzado a construir. De repente, una pluma de azulejo cayó en la cabeza de Migue y de inmediato se le ocurrió una idea:
− Construyámosla entre todos. No puedo volar, pero sí puedo cargar los troncos. Mariposas, guíenme por el camino. Mico, limpia el terreno. Los demás lleven la paja.
− No puedo − dijo Nico −, no hay tiempo, cada uno debe hacer su casa.
− ¡Ay, Nico! Solo no podrás terminar. Juntos podremos construirla. Recuerda lo que el árbol dijo: "Poner nuestra fuerza y corazón".
Así fue como juntos construyeron la mejor casa del bosque.
−¡Buen trabajo! –dijo el árbol−. La competencia ya tiene ganadores: ustedes, que unieron sus fuerzas y trabajaron por el bien común.
Todos se miraron. Las mariposas exclamaron:
−Nosotras vivimos en las flores y Nico en las ramas.
Migue completó:
−Yo no quepo por la puerta, pero… fue un gran trabajo el que hicimos y fuimos muy felices en nuestra labor. Hagamos feliz a alguien más: regalémosela a Winny el oso; él siempre que nos visita nos comparte su corona de miel.
Así que Winny se mudó de inmediato muy feliz y cada semana invitaba a todos a compartir el dulce manjar en su jardín.
Conoce uno de los cuentos ganadores de Calendario Winny 2017.
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