Sabemos lo importante que es la motricidad fina en el desarrollo de tu hijo. Esta habilidad le permite realizar movimientos precisos con sus manos y dedos, esenciales para tareas como escribir, dibujar o abotonarse la ropa.
En esta guía, te explicamos todo sobre ambas motricidades, su impacto en el aprendizaje y actividades divertidas para estimularla en casa.
Entonces, ¿qué es motricidad fina? El concepto se refiere a los movimientos precisos y controlados que implican los músculos pequeños, especialmente los de las manos y los dedos. Estas habilidades permiten realizar tareas como escribir, abotonar una camisa, recortar o dibujar (MedlinePlus, 2023).
La motricidad gruesa, por otro lado, involucra el control de los músculos más grandes del cuerpo, como los de los brazos, piernas y tronco. Este tipo de motricidad es clave para actividades como caminar, correr, saltar, trepar o mantener el equilibrio.
Para empezar, la motricidad gruesa y la fina se distinguen por los músculos que emplean. La gruesa pone en acción los grandes grupos musculares (brazos, piernas y torso). En cambio, la fina depende de los más pequeños, como los de las manos, los dedos y las muñecas (Cleveland Clinic, 2023).
Si hablamos del tipo de movimiento, la motricidad gruesa abarca gestos amplios y globales con distintas actividades que empleen el cuerpo. En contraposición, la motricidad fina se centra en acciones precisas y delicadas.
Así, actividades como correr, saltar, trepar o lanzar una pelota corresponden a la primera categoría, mientras que dibujar, escribir, recortar o abotonar una camisa pertenecen a la segunda.
Por último, conviene recordar la finalidad de cada una. La motricidad gruesa busca mejorar la coordinación general y el equilibrio del cuerpo. Por su parte, la fina apunta a perfeccionar la destreza y el control en las tareas manuales cotidianas.
La motricidad gruesa y fina son pilares del crecimiento integral. De hecho, su progreso repercute en el aprendizaje y en la vida diaria (MedlinePlus, 2023).
En primer lugar, ambas facilitan la interacción con el entorno, ya que permiten explorar, manipular objetos y relacionarse con los demás. Además, impulsan la autonomía: gracias a ellas los niños pueden vestirse, comer o escribir sin ayuda.
Por otro lado, constituyen la base de muchas actividades escolares. Sin una buena coordinación, tareas como la escritura, el dibujo o el manejo de herramientas resultarían mucho más complejas. A la vez, la motricidad gruesa fortalece la postura y el equilibrio, algo clave para moverse con seguridad.
En el plano físico, estas habilidades favorecen la salud general: fortalecen la musculatura y aumentan la resistencia. En consecuencia, promueven un estilo de vida activo. También influyen en el ámbito emocional y social. Por ejemplo, al alcanzar nuevos logros los niños refuerzan o mejoran su autoestima y participan con mayor confianza en juegos grupales.
Por último, no hay que olvidar el impacto a largo plazo. Un desarrollo motriz sólido durante la infancia se traduce en competencias físicas y cognitivas que acompañarán a la persona durante toda la vida.
Respecto al aprendizaje, este tipo de motricidad representa varias ventajas clave:
Ya has visto las ventajas de la motricidad fina en el aprendizaje. Ahora, el desarrollo de la motricidad gruesa tiene impactos significativos en distintas áreas del crecimiento infantil.
A nivel físico, fortalece el sistema cardiovascular, mejora la postura y previene problemas musculoesqueléticos. Además, contribuye al desarrollo de la resistencia y la flexibilidad.
En cuanto al desarrollo neurológico, estimula la conexión entre los hemisferios cerebrales, mejora el procesamiento sensorial. Asimismo, favorece la lateralización. Es decir, la definición de una mano dominante.
También influye en las habilidades sociales. Básicamente, facilita la participación en juegos grupales, fomenta el trabajo en equipo en actividades deportivas y enseña el respeto por los turnos y las reglas.
Por otro lado, las habilidades motoras que se adquieren durante la infancia pueden tener un efecto positivo en la vida adulta.
Por ejemplo, en el ámbito laboral, estas habilidades se traducen en mayor destreza para trabajos que requieren precisión manual y mejor coordinación para actividades físicas.
Respecto a la vida cotidiana, permiten una mayor autonomía en tareas domésticas y una mejor capacidad para aprender nuevas habilidades.
El desarrollo motor sigue una secuencia predecible, aunque cada niño tiene su propio ritmo. Estas son las etapas clave de la motricidad fina y gruesa (Guía Infantil, 2021):
Primero, entre los 0 y 3 meses, aparece el reflejo de prensión palmar. Luego, hacia los 4-6 meses, el bebé ya transfiere objetos de una mano a otra. Más adelante, entre los 7 y 12 meses, logra la pinza digital gruesa (es decir, la capacidad de agarrar objetos utilizando todos los dedos a la vez). Finalmente, de los 12 a los 24 meses, es capaz de apilar dos o cuatro bloques.
De forma paralela se desarrolla la motricidad gruesa. Entre los 2 y 4 meses controla la cabeza. Después, entre los 5 y 8 meses, puede sentarse sin apoyo. Más o menos entre los 9 y 12 meses gatea y consigue ponerse de pie. Por último, durante el segundo año, da sus primeros pasos y camina por sí mismo.
A esta edad la motricidad fina mejora. Primero, de los 24 a los 30 meses, pasa las páginas de un libro una a una. Después, entre los 30 y 36 meses, usa tijeras con ayuda. Hacia los 3-4 años ya dibuja figuras geométricas simples.
Mientras tanto, la motricidad gruesa también progresa. Entre los 2 y 3 años el niño corre y salta en el lugar. Poco después, entre los 3 y 4 años, sube las escaleras alternando los pies.
En la etapa preescolar la motricidad fina se consolida. De los 4 a los 5 años recorta figuras sencillas con mayor precisión. Entre los 5 y 6 años, además, escribe su nombre de forma legible.
Por su parte, la motricidad gruesa se refuerza con nuevos retos. Entre los 4 y 5 años aprende a saltar en un solo pie. Finalmente, hacia los 5-6 años, monta en bicicleta con rueditas y gana confianza en el equilibrio.
Algunas actividades de motricidad fina son (Infobae, 2025):
El movimiento libre y el juego activo son fundamentales para desarrollar la motricidad gruesa. Aquí algunas ideas:
Aprende cómo crear un entorno estimulante en casa para desarrollar la motricidad fina y gruesa:
Respecto a las señales de alerta, descubre cuándo buscar ayuda profesional, ya sea un pediatra, terapeuta ocupacional o especialista en el desarrollo infantil:
Aquí te damos dos preguntas clave, que te ayudarán a comprender más sobre ambas motricidades:
Recuerda que cada niño tiene su propio ritmo en cuanto al desarrollo de la motricidad fina y gruesa, pero la detección precoz de posibles dificultades permite brindar el apoyo necesario para su óptimo desarrollo. ¡Sigue leyendo nuestra página para descubrir toda clase de consejos para cuidar a tu hijo!
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