La ecografía es una técnica que se considera no invasiva, lo cual la hace muy segura para ti y para tu bebé durante el embarazo. La forma en que funciona es increíble: se hace con un aparato que emite ondas sonoras de altísima frecuencia y éstas, al chocar con cualquier tejido, se devuelven reflejándose en una imagen. Así, por medio de una pantalla, el médico interpreta los hallazgos en tiempo real y te los puede mostrar inmediatamente.
Es una técnica que tiene más de 60 años de desarrollo y actualmente la mayor parte de las mujeres como mínimo se realizan una ecografía durante su embarazo. Esto es importante porque principalmente evidencia y muestra datos relacionados con las características de la edad y el crecimiento del feto, la presencia de anomalías congénitas, el estado del ambiente uterino, incluyendo la cantidad de líquido amniótico, embarazos múltiples, la posición de la placenta y el flujo sanguíneo umbilical.
Lo usual, es que la primera ecografía se lleve a cabo en los primeros controles prenatales comprendidos entre la semana 7 a la 12. Es más efectivo para el control de la madre y del bebé realizarlas periódicamente. Entre las anomalías congénitas que se pueden diagnosticar están los defectos del tubo neural, la anancefalia o ausencia de una parte del cerebro y la espina bífida.
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